sexta-feira, 29 de janeiro de 2010
El Caso Rosweell : Entrevista con Bill Brazell
Una persona dotada con certeza de informes en primera mano sobre la supuesta espaçonave sería William W. "Mac" Brazel, el fazendeiro que descubrió en sus tierras los extraños destroços y el responsable, en último análisis, por llevar el asunto al conocimiento del Major Marcel, en Roswell. Aunque Brazel padre hubiera muerto en 1963, un hijo y una nora, Bill y Shirley Brazel, de Capitan, Nuevo México, recuerdan bien el incidente. Bill es empleado de Tejas Instruments y pasa la mayor parte del tiempo trabajando fuera de casa, como técnico en geossismologia, en la región petrolífera del North Slope del Alasca.
Moore: (Entrevistas de marzo, junio y diciembre de 1979)
Pregunta: Sr. Brazel, que me dice de la experiencia de su padre referente al descubrimiento de destroços de un artefacto aéreo en las tierras de su hacienda?
Respuesta: Bien, en la verdad no puedo contar toda la historia porque no a conozco por entero. Papá relutava mucho en hablar en el asunto y sé sólo lo que conseguí obtener de él en el transcurrir de los años. Él llevó para el túmulo casi todo lo que sabía. Ellos (los militares) lo forzaron a jurar secreto, comprende, y él llevaba el asunto muy a serio. Una señal de como llevaba a serio es que jamás comentó el caso con mamá. Para decir la verdad, Shirley era más próxima de él que otra persona de la familia, y si él resolviera contar a alguien lo que sabía, sería a ella. Pero nunca reveló, ni aún la Shirley, toda la historia, de modo que si el ejército no decidir contar todo lo que sabe, es probable que nunca se descubra cosa alguna sobre el caso.
En la realidad supimos de la historia al comprar, una noche, un ejemplar del Journal de Albuquerque, con una foto de papá en la primera página. Había otro reportaje en el Lincoln County News. Shirley dije: "Mi Dios, en que él fue meterse ahora?" Respondí: "No sé, pero tal vez sea mejor ir hasta la hacienda mañana e investigar." Éramos recién-casados en la época y vivíamos en Albuquerque. Pero cuando llegamos a la hacienda, papá no estaba. No había nadie en casa. Bien, sabíamos que él fuera la Roswell, pelo que decía el periódico, de modo que resolví quedar cuidando de la hacienda hasta que él volviera. Shirley regresó la Albuquerque en aquella noche. El lunes (14 de julio), como papá aún no hubiera aparecido, comencé a preocuparme y fue entonces que decidí ir hasta Corona hacer algunas llamadas para descubrir lo que se pasaba. Dijeron que no me preocupara, que papá estaba bien y que volvería para la hacienda en uno o dos días.
De hecho volvió, pero al llegar no quise decir donde hubo estado o lo que hube hecho. Parecía muy aborrecido con la historia toda y no se sentía dispuesto a hablar sobre el asunto. "Usted leyó el periódico", dije él. "Y eso basta. Así nadie va aborrecer usted con la historia." Más tarde dije que "hube encontrado esa cosa y hube entregado en Roswell" y que a causa de eso lo habían detenido cerca de una semana. Parece que aún lo escucho. "Poxa, intenté hacer una buena acción y a causa de eso me prendieron." Habló enseguida que, ya que habíamos leído el periódico, sabíamos de todo lo que era preciso. Dije aunque habían recomendado que él callara la boca porque eso era importante para el país, un gesto patriótico, y era lo que él pretendía hacer. Dije que lo habían cerrado en un cuarto, no permitiendo que saliera. Estaba muy desanimado y aflito por la manera como lo habían tratado. Llegaron a hacer un "examen físico de ejército, de la cabeza a los pies", antes de permitir que él volviera para casa.
Lo que acabé por arrancar de él vino a los pouquinhos, en el transcurrir de los años. Pelo que conseguí reunir, aconteció el siguiente:
Papá estaba en la casa de la hacienda con los dos chicos más pequeños, a finales de la tarde, cuando cayó una terrible tempestad eléctrica. Dije que fue la peor tempestad que jamás vio (y puede tener certeza de que vio muchas). No había mucha lluvia, sólo rayos, uno después de otro. Halló extraño que los rayos incidissem repetidamente sobre los mismos puntos, casi como se hubiera algo a atraerlos. Pensó en depósitos minerais, o cosa semejante. Sea cómo sea, en medio de la tempestad oyó una especie de extraña explosión; no parecía un trueno común, era diferente. Dije que no prestó mucha atención en el momento, porque la tempestad era tan violenta que juzgó tratarse sólo de una anomalia cualquiera; sin embargo más tarde comenzó a pensar en el caso. En la mañana siguiente, a camino del pasto para inspeccionar las ovejas, encontró el monte de destroços esparce-de los por cerca de un kilómetro de largura por varias decenas de metros de anchura. Dije una vez que, fuera lo que fuera, se había la impresión de ser resultado de una explosión. Habló también que, por la manera como estaban esparcidos los destroços, se veía que era "una aeronave a camino de Socorro", que queda a suroeste de la hacienda. A principio él no reconoció la importancia del hecho. Sólo tras pensar en el caso un día o dos es que resolvió que sería mejor volver y espiar de cerca.
Fue entonces que cogió algunos fragmentos y los llevó para la hacienda. En aquella noche visitó Procter (Floyd Procter, el vecino más próximo) y le habló sobre el acontecido. Pero Procter no se interesó en ir a examinar los destroços, mientras que papá estaba más curioso del que nunca. En la noche siguiente fue la Corona y sólo entonces, discutiendo con mi tío, Hollis Wilson, y un conocido de él de Alamogordo, oyó hablar por primera vez en las historias de disco voador que corrían la región en aquella época. Tanto Hollis como el sujeto de Alamogordo creyeron que papá tal vez hubiera recogido fragmentos de uno de esos objetos y lo aconsejaron a buscar las autoridades. Papá aún no estaba convencido, pero sabía que el material no se parecía con cosa alguna que ya hubiera visto, de modo que el día siguiente llamó los dos chicos y partió para Roswell, pasando antes por Tularosa, donde dejó los niños con mamá. Creo que su intención fuera seguir para Roswell y comprar un nuevo jipe. No haría con certeza el viaje sólo a causa del hallazgo, pero no debe haber previsto en que se estaba envolviendo. Una cosa es correcta: no compró el jipe en aquel viaje. Algunas de los reportajes dicen que él fue la Roswell para vender lã. No sé de donde quitaron la historia, o la otra información incluida en el reportaje, pero puedo decir con certeza que papá nunca vendió lã en Roswell. Siempre firmaba contrato con una compañía de Utah, que recogía el material en la hacienda con sus propios camiones. De cualquier modo, sé que no fue a la ciudad para vender lã, y sí para intercambiar el jipe.
P. — Él alguna vez describió para vosotros lo que encontró?
R. — No, no propiamente. Pero no era preciso, porque yo propio poseía fragmentos del material. Él hube mostrado el local donde lo hube encontrado, pero es claro que no se halló cosa alguna después que la Fuerza Aérea mandó un pelotão de soldados recoger todos los destroços y fragmentos. Aun así, toda vez que yo pasaba por aquel pasto insistía en buscar. Tras una buena chuvarada conseguía encontrar uno o dos fragmentos que habían quedado olvidados. Después de un año y medio o dos conseguí acumular una pequeña colección. Si a colocara aquí sobre esta toalha ocuparía el área aproximada de esta su carpeta.
P. — ES capaz de describir lo que encontró?
R. — Sí. Había diferentes tipos de material. Claro que todo pequenino, pero una cosa puedo decir: era muy leve. No pesaba casi nada. Recogí partículas que acordaban madera. En el peso parecían palo-de-balsa, pero en la coloração eran un poco más oscuras y mucho más resistentes. Conforme sabe, mientras más dura la madera, más pesada. Mogno, por ejemplo, es muy pesado. Ese material, por otro lado, nada pesaba, pero era imposible arañarlo con la uña, como la balsa común. Imposible también quebrarlo. Era flexible, pero no quebrável. Claro que yo poseía sólo algunas lascas. Nunca me ocurrió quemarlo, de modo que no sé se era o no a la prueba de fuego. Había también varios fragmentos de una substancia parecida con metal, algo así como hoja de estanho, sólo que no rasgaba y era de coloração un poco más oscura. Parecía hoja de plomo, sólo que muy fina y extremadamente leve. El extraño era que esa hoja, cuando enrugada, recuperaba inmediatamente la forma original. Era extremadamente flexible, pero no se podía marcarla o torcérla como al metal común. Más parecía una especie de plástico, sólo que era definitivamente de naturaleza metálica. No sé lo que era, pero papá habló una vez que el ejército hube dicho que habían concluido definitivamente no ser cosa fabricada en la Tierra.Y había también material parecido con línea. Se asemejaba a la seda, y yo tenía varios fragmentos. No era suficientemente espeso para tener el nombre de barbante, pero tampoco era fino como línea de coser. Tenía toda la apariencia de seda, pero no lo era. Fuera lo que fuera, también era material muy resistente. Quién lo cogiera con las dos manos e intentara arrebentá-lo no lo conseguí-ría. No presentaba hilos o hebras, como la seda. Parecía más un arame, algo de substancia inteiriça. Creo aunque era una especie de arame, idea que nunca me ocurrió antes.Nunca vi material semejante en mi vida. Nada de eso tenía apariencia natural. Ahora que pienso en el caso, creo que parecía sintético.
P. — Había escritura o marcación en cualquier parte del material que recogió?
R. — No, no en el que yo recogí. Pero papá dije una vez que había lo que llamó de "figuras" en algunos de los fragmentos encontrados por él. Se refería muchas veces a los petróglifos, diseñados por los antiguos indios en las rocas de estas imediações, como "figuras", y creo que los comparaba a ellos.
P. — Que fin llevó su colección? Aún a conserva?
R. — Esta es la parte más extraña de la historia. No, no a tengo más. Una noche, cerca de dos años después del incidente con papá, fui la Corona a la noche. Creo que allá hablé demasiado. Más del que debía. Sé que mencioné la colección a alguien. De cualquier modo, el día siguiente un coche oficial apareció en la hacienda, viniendo de Roswell y trayendo un capitán y tres soldados. Papá estaba ausente en la ocasión, pero no andaban a la busca de él. Querían hablar conmigo. Parece que el capitán—Armstrong, creo que se llamaba Capitán Armstrong — hube oído hablar en mi colección y pedía para verla. Claro que a mostré y él dije que aquel material era importante para la seguridad del país y que yo debía entregarlo. Parecía más interesado en el material que acordaba barbante del que en otra cosa. Yo no sabía lo que hacer, de modo que concordé. Pidió entonces que lo llevara hasta el pasto, donde yo hube encontrado los fragmentos, y obedecí. Remexeram un poco por allá, verificaron que aparentemente nada más restaba del material, y más una vez el capitán me preguntó si yo tenía algún otro fragmento, o sabía de alguien que lo tuviera. Respondí que no, no tenía; y él dije que si algún día yo encontrara más alguna cosa era importante que me comunicara inmediatamente con él, en Roswell. Naturalmente concordé, pero nunca lo busqué porque no encontré más nada.
P. — Ese material podría formar parte de una especie de globo?
R. — No, eso puedo decir con certeza. Definitivamente, no era ningún tipo de globo. Recogemos globos por toda esta región y siempre que encontrábamos alguno nosotros lo devolvíamos porque a veces nos daban alguna recompensa. Aquello no era globo, aunque yo haya preguntado una vez a papá si él hube encontrado algo parecido con una caja de instrumentos, en conexión con esa historia. Él respondió que no, no había ninguna caja de instrumentos. Extraño es que cuando papá fue la Roswell, se dirigió primero al Bureau de Meteorología para dar parte del que hube encontrado. Fue el Bureau que lo aconsejó a buscar el xerife. Más una cosa que puede interesar: cierta vez pregunté a papá se había algún punto quemado en el suelo donde estaban los destroços. Él dije que no, pero en el segundo viaje hasta allá hube notado que parte de la vegetação de aquella área parecía un tanto chamuscada en las pontinhas. No quemada, sólo chamuscada. No me acuerdo de haber visto eso, pero fue lo que él dije.
P. — Su padre mencionó alguna vez criaturas relacionadas con los destroços?
R. — No. Papá nunca mencionó eso, pero es extraño que haga la pregunta. Un sujeto que trabajó conmigo en una misión en el Alasca pare-cia sepa algo a respeto. Conversábamos sobre diversos asuntos, una noche, cuando vino a la tona la historia de aquel disco voador que parece tener pousado durante algún tiempo en la tundra del Alasca. Mencioné la historia en que papá hubo estado envuelto y, para mi sorpresa, él preguntó si yo quería saber más alguna cosa sobre el caso. Dije entonces que tenía descubierto el restante de aquel objeto caído en una región desierta, juntamente con algunas criaturas. Contó que cuando entra-ram en el disco quebrado, dos de esas criaturas — dije que tenían cerca de metro o metro y veinte de altura y eran calvas — aún estaban vivas, pero tenían la garganta muy quemada por inalarem gases inflamables, o humo, o algo semejante, y no consiguieron comunicarse. Contó que fueron llevadas para California y mantenidas con vida durante algún tiempo en aparatos de respiración artificial, pero que ambas habían muerto antes de conseguir descubrir un medio de comunicarse con ellas. El sujeto se llamaba Lamme y él dije los nombres de los otros hombres envueltos en el incidente, pero no consigo recordarlos en el momento. ES sólo lo que puedo decir a respeto, excepto que me sorprendí al oír la historia.
Conforme ya observamos, el padre de Bill Brazel murió en 1963, infelizmente sin hacer otras declaraciones a la prensa y ciertamente sin cualquier conocimiento de los homenzinhos a quién tal vez hayan pertenecido los destroços encontrados. Aun así, sus años de silencio, debe haber tenido ocasión de preguntarse por qué, ya que el incidente era de peso cósmica, no lo explicaron más tarde. Y, con certeza, no fue el único a hacerse la pregunta.
Extraido del libro Incidente en Roswell de Charles Berlitz Editora Nueva Frontera 1980
Reynaldo
rsmaike@yahoo.com.br
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